Antes de la revolución industrial del siglo XVIII, la población mundial creció de forma lenta. Con la revolución industrial, la población de los países desarrollados comenzó a aumentar de forma acelerada ya que la mortalidad se redujo rápidamente. Finalmente la tasa de natalidad descendió hasta igualarse con la de mortalidad.
En cambio, en los países subdesarrollados, el crecimiento demográfico se aceleró durante el siglo XX, ya que la natalidad se mantuvo alta y la mortalidad descendió de forma brisca. Por eso, el crecimiento de la población mundial actual se debe principalmente a los países subdesarrollados.
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